JABALI DE GUAYAQUIL

En el malecón de Guayaquil, mi ciudad natal, se yergue un imponente jabalí  de bronce que esta
siendo mudo testigo de los cambios generacionales en la Perla del Pacifico.

Cuando éramos niños, mi padre nos llevaba al malecón, correteábamos al pie de la ria,

(como se le dice al manso Guayas) y mirábamos los lechuguines flotando en sus aguas.

Corríamos despreocupadamente por el malecón hasta llegar al imponente animal. En ese

momento, mi corazón se aceleraba, mis manitas se ponían heladas, mezcla de la brisa del río y que en  mi inocente y fantasiosa imaginación aquella  bestia podía cobrar vida y seria el final de todo… no tendríamos donde refugiarnos porque si nos subíamos a un árbol, seria capaz de derribarlo con toda la fuerza de un jabalí. (Según mi papi).

En mi, existía una mezcla de sentimientos, me encantaba mirarlo, subirme sobre su lomo

con la ayuda de mi papi, (ya que su base era muy alta para que un pequeño niño pudiera

montarlo) y desde allí detallar alrededor de sus patas, los sapos, culebras y animalillos propios de la selva tan bien labrados en su base de bronce.

Este jabalí fue regalo de la Colonia China a la ciudad de Guayaquil, no se cuando, no tengo los datos precisos, pero si se que mi padre de pequeño monto este mismo jabalí de bronce.

Ahora que soy adulta y vivo lejos de mi querida Guayaquil, cada vez que voy, camino por el Malecón, juego con el “teléfono” de la Rotonda con Alonso y acaricio el jabalí que sigue siendo testigo de los cambios generacionales.

Ya no se ven niños alrededor de el, lo tienen muy bien mantenido, pero es una decoración del malecón, no despierta la imaginación como lo hizo en mi, ahora……esta en un sitio muy abierto y despejado, proyectores de luz lo iluminan en la noche, cuando mis hermanos y yo lo “cabalgábamos” estaba, casi al final del malecón, entre  árboles y apenas si llegaba la tenue luz de una farola callejera, el ambiente se prestaba para imaginarlo cobrando vida de un momento a otro y arrasando con todo a su alrededor. (Nuestras visitas al malecón eran al caer la noche).

El verde bronce de su lomo y hocico esta siendo transformado en dorado, pulido por el tiempo…. ya no se notan las hebras de su pelaje e incluso sus fauces se han ido cerrando y sus colmillos desafilando!

Este jabalí ahora produce en mí una gran ternura, la ternura de los recuerdos alegres de infancia, del temor que me producía, lo cual ahora me parece tan lejano, observándolo detenidamente, me doy cuenta que el jabalí esta sentado, dispuesto a descansar  y dejarse amansar.

El verano pasado, mientras recorríamos en auto unas callecitas de “Woodstock”, en Up State New York, pegue un grito, da vuelta Alonso, da la vuelta, vi un jabalí, me lance a mirarlo y si…. era exacto al jabalí de Guayaquil, con el detalle de los sapos y culebras en su base. Esta afuera de una tienda de novedades, la propietaria, quien ha vivido allí  toda  su vida, recuerda que cuando era niña y lo instalaron en el parque del pueblo, ahora…. Es la decoración en una acera.

Alonso estaba casi tan asombrado como yo, me repetía, Cariño es el mismo que hemos visto en Guayaquil.

Me dio mucha alegría y nostalgia, siempre pensé que era único, busque en el Internet y lo hay en algunas ciudades alrededor del mundo, donado por el Gobierno Chino.

Para mi… lindos recuerdos, mi padre jugo con el, nosotros sus hijos, mis primos y así algunas generaciones hasta que el tiempo lo desaparezca.

Maggy