Esta frase me recuerda a mi abuela, ella fue la única
persona a la que se la había escuchado, y el otro día bromeando con mi madre y
mi prima, a mí se me salió esa frase y nos recordamos de “la abuela” para ella
el ser mujer era sinónimo de fortaleza, persistencia, cumplir los propósitos,
mujer para ella significaba casi un ser superior, que lo podía lograr todo.
Recuerdo que si alguien
le preguntaba si ella podría hacer algo, como reparar una máquina de coser,
ella respondía y por qué no lo puedo hacer, acaso no soy mujer?
Ella misma se auto enseñó
a coser, cómo? Descociendo y volviendo a coser la pieza, se especializó en pantalón
de hombre (tarea nada fácil)
Ella era una mujer muy
especial, esas de esa madera antigua, madera de guerrero.
Mi abuela Toribia, fue
una gran mujer, muy avanzada para su época, noble de sentimientos, un gran corazón,
una mano presta a ayudar a quien necesite y un plato de comida para todo el que
aparecía por su casa a la hora de comer. Viuda, sacó adelante sus hijos,
amor para todos, amaba las plantas, recuerdo que en su patio siempre tenía
colgando de ollas viejas sembríos de plantitas para uso, como menta, yerba
buena, le gustaban los periquitos, recuerdo a “Raulito” a quien le enseñó
algunas palabras y amaba los gatos… no recuerdo el nombre de su gato, tal vez
ese era “Raulito”.
Esta foto la tome del
internet, pero algo así era el patio de mi abuela, ella de daba uso de maceta a
las ollas viejas y recuerdo su patio con cordeles y ropa colgada secándose al
sol.
Pero lo que si recuerdo
muy bien era el olor de su casa, una casa sencilla pero con tanto olor a limpieza, sabanas blanquísimas,
en una cama súper bien tendida, esas camas de fierro antiguo con alta cabecera.
Sus comidas… una
delicia, cualquier comida sencilla tenia tanto sabor, ella decía que eran
cocinadas con amor y probablemente ese era el toque que le daba ese sabor tan
especial a todas sus comidas.
Nunca volví a probar un
aguado de gallina (sopa Ecuatorina) como el de ella, hacia también un arroz con “bichunchos” era un
tipo de granos, algo así como frijolitos tiernos.
Ni que decir de las
tortillas de choclo, recuerdo moliendo ella misma en esos molinillos metálicos
que se atornillaban a la mesa, cantidad de choclos desgranados para luego
deleitarnos a todos con esas tortillas de choclo fresco.
Esta foto la saque del
internet, pero este molino es muy similar al que recuerdo que mi abuelita
usaba, ella misma se encargaba de limpiarlo, aceitarlo, montarlo, armarlo y
desarmarlo.
Esto de moler, era una
tarea que a los chicos nos parecía tan divertida, que la abuela, nos dejaba a
uno por uno de sus nietos “moler”, lo
cual para nosotros era un juego.
Y en cuanto a dulces,
hacia el delicioso dulce de pechiche que impregnaba toda la casa y fuera de
ella, de ese dulce aroma.
También hacia un dulce
con veteraba, zanahoria canela y azúcar que era una delicia.
También era una experta
en “coladitas”, quaker, coladita de harina de plátano, con queso derretido, chocolate hecho de la bola de cacao, arroz con leche y
chocolate.
Recordar a mi abuela
Toribia es recordar su amor y recordarla en la cocina, esa era su manera de
demostrarnos su amor.
Algunas de mis tías
cocinan muy rico, pero ninguna heredó esa magia que abuelita le ponía a su
comida.
Nos dejó muchas enseñanzas, la de tener al voluntad, el deseo y la
tenacidad de hacer las cosas bien hechas, y que el hecho de ser mujeres nos da
esa fortaleza de poder hacerlo.
Maggy
María Elena
Maggy