Para que haya victimas
debe haber un verdugo, un victimario!
Yo he sido víctima y
todavía, a veces, a pesar de que ya conozco esa premisa caigo en el
victimismo; no lo noto hasta que lo veo en otra víctima (una victima mía) o una
víctima del mundo… una pobre persona a la que la vida azota, la gente ignora,
el tiempo olvida y todo lo malo recae sobre ella y todo lo bueno en los demás.
Lo veo y ¿Por qué lo
veo? Y me incomoda?
Lo veo y me molesta
porque está dentro de mí…. Todavía. De un lado o del otro lado de la misma
línea.
Lo curioso es que cuando
se está en el papel de victimario a veces la victima provoca que el victimario
se crezca y siga atizando. El uno alimenta al otro.
Gracias a Dios estoy
despertando del letargo y voy enfrentando y mirando fijamente a los ojos a mí
sombra, a mi lado oscuro, “a mi yo víctima” o “a mi yo verdugo”
Que puedo hacer?
Encender la luz… darle
luz a mí sombra y así ya no se oculta en la oscuridad.
Reconocerla y sin miedo
pero si con firmeza y con amor enfrentarla y mantenerla a raya!
Maria Elena Orellana /
Maggy