El Sin par borracho Antón..... No conozco su origen, pertenece a unos de los recuerdos de mi infancia, mi padre nos lo narraba con tanto énfasis y aquella voz tan bien timbrada que lo caracterizaba, que en nuestra infantil imaginación, creíamos conocer este personaje, y reíamos sin parar porque "Anton" se dejaba tomar el pelo de su propio eco y mentalmente nos metíamos en esas grandes grutas y paredones que hacían resonar los ecos....
Comparto este poema, en donde no le va muy bien a "Antón"
He resaltado las partes que mas hacían volar nuestra imaginación con la narración de mi Padre.
En Noche Oscura y brumosa
tan atontado iba Antón,
que cayó de un tropezón
en la acera resbalosa.
Soltó un feo juramento
diciendo: ¿quién se cayó?
Y en la pared del convento
repercutió el eco: "yo".
- Mientes! Fuí yo quien caí;
y si el casco me rompí
tendré que gastar
pelucas...Lucas!
- No soy Lucas, vota a Dios
Vamos a vernos los dos
ahora mismo farfantón.
-Antón!
- Me conoces, eh! tunante
Pues aguárdate un instante,
conocerás mi navaja...
Baja
- Bajaré con mucho gusto
¿Te figuras que me asusto
Al contrario, más exalto...
- Alto!
- ¿Alto yo?¿Piensa el osado
que en este pecho esforzado
el valor ya está marchito?
- Chito!
- ¿ Y pretende el insolente
mandar callar a un valiente?
¿Que calle yo Miserable
- Hable!
- Hablaré, por vida mía,
hasta que tu lengua impía
con este acero taladre...
- Ladre!
- ¿Ladrar? ¿Soy perro quizás?
¿Dónde, villano donde estás
que de esperarte me aburro
- Burro!
- ¿Burro yo? Insulto extraño
que vengaré a mi amaño.
El momento es oportuno...
- Tuno!
- ¿Dónde está el majadero
que me toma por carnero
Responde. ¿Dónde se encuentra?
- Entra!
- Sal tu, si no eres cobarde;
y apresúrate que es tarde.
A pie firme aquí te espero.
- Pero!
- No hay pero que valga, flojo!
Sal que ya estoy viendo rojo
y ansío tenerte en frente...
- Ente!
- ¿Pero dónde estás? Repito
que estoy oyendo tu grito
y tu ausencia ya me admira.
- Mira!
- Si, miro; pero qué diablo!
No puedo ver con quien hablo,
pues no aparece ninguno.
-Uno!
- Uno o cien, lo mismo da;
que salga, que salga ya.
Lo aguardo. Aquí me coloco!
- Loco.
- ¿Así te burlas de mi?
¿Quién eres, quién eres, dí?
No me hagas perder la calma.
- Alma
- Mas si eres un alma en pena,
¿cómo no oigo tu cadena
Basta de bromas; concluye.
- Huye!
- No tal; no me iré de aquí
sin saber quien me habla así.
Dime siquiera tu nombre.
- Hombre!
- ¿Pero estás vivo o difunto?
Aclara bien este punto,
que a mi ya nada me asombra.
- Sombra!
- Una sombra y la insulté!
Perdóname que tomé
cuatro copas con bizcocho.
- Ocho!
Marchóse Antón al momento
y en casa contó a su esposa
que una sombra pavorosa,
en la acera del convento
le había hablado. Y no era cuento!
Maggy