Al ver un “cartoon” de la niña y su dragón, me
acordé de aquellas hermosa sensación de libertad que yo sentí cuando hice un recorrido por la selva thailandesa en el lomo de un elefante.
Camino
a la excursión, una vegetación tan espesa, un color verde brillante de lado y
lado de la carretera, hasta que nos fuimos
adentrando en la jungla, cada paisaje es como se
veia en las películas de aquella region, espesa
vegetación, humedad, plantaciones de banano y de pronto se ve el techo oxidado de una cabañita por algún lado.
Paramos
en un sitio, donde nos hicieron subir en unas embarcaciones tan rústicas,
bamboo amarrado y remamos por el rio hasta llegar
al sitio donde están los elefantes.
El
muchacho que nos llevo en unas balsas iba cantando algo que sonaba muy
melancólico, preguntamos de que se trataba y nos dijeron que era algo sobre un
“hijo desaparecido” y lo repetía constantemente, dándole mas toque melancólico el cruzar por el río…
Ver las
cosas desde la perspectiva del elefante…. estas a nivel de las copas de los árboles, puedes tocar las hojas,
esquivarte de las ramas, y mirar desde la altura
a los hombres, y los ríos.
Disfruté
tanto ese paseo, pero no voy a negar que también acudía a mi la incertidumbre
de que si el elefante se ponía fuera de si, me
llevaría por la selva… corriendo entre los árboles, golpeándome contra las
ramas o si se iba a lo profundo del río,
si,….esos pensamientos me asaltaban, pero a pesar
de ellos fue mayor el disfrutar que el temer.
Sentir
la fuerza del paquidermo, que agradable esa sensación de opresión que sientes
en las piernas cuando el elefante las golpea con sus inmensas orejas….ese
fuerte olor del animal, mezclado con la vegetación,
bajo un sol selvático, naturaleza al cien por ciento!!!
Cuando
el elefante iba pasando por los árboles, veía como los monos se saltaban de un árbol a otro, subían y bajaban
de los árboles, comían, daba la impresión de que estaban observando todos
nuestros pasos.
Al
mirar al piso se veían unas cositas cafés en movimiento
era el monte relleno de monos en movimiento.
El
estar rodeada de esa región tan selvática, y saber que estas cerca de Laos, Cambodia, Vietnam, todos aquellos sitios
que tiene historia de dolor y esa selva la identificas con guerra, es una sensación
muy extraña.
Cruzar
el río sobre el lomo del elefante fue tan agradable, pensé OK, el sabe donde
esta pisando…..
De
regreso a Bangkok, paramos en un comedor de
camino, con gente tan amable y sonriente atendiéndonos, tomamos un tren local, o sea el que usa la gente para movilizarse,
no turístico, era un tren viejo, con ventiladores pegados en el techo, los
pasajeros nos iban mirando curiosamente y nosotros a ellos, otros iban con su vista
abajo, en su mundo….tratábamos de abrir las ventanas,
el calor era infernal y además queríamos tomar fotos, se paraba el tren se
subían los vendedores ambulantes, vendían galletas
de casaba con maní, sodas y cervezas, gorras, mapas
y libros sobre la historia en esta zona de Thailandia que por cierto es muy triste, antes de tomar
el tren paramos en el puente sobre el río Kwai (hay una película
con ese nombre)
Al
final de mis notas de ese día escribí, medios de
transporte de hoy:
Bus, balsa, elefante, tren y tuck tuck, estoy cansada,
enlodada, huelo a sol y elefante, estoy feliz!!!!
Se que
hay mucha oposición a estas “travesías” en elefantes que se dan en Thailandia,
pero ese no es el tema que quiero tocar, quiero compartir aquellas hermosa
sensación de libertad, mirando desde la altura del lomo del elefante y moverte
ladeando de un lado a otro al compás de su inmensas pisadas…y aquellas
sensación de que no estas seguro, que si te caes te partes la cresta, pero no
importa, vale la pena el riesgo!!!!
Maggy